Una persona Kinky no lo es solo en la cama; una persona Kinky lo es en todos los aspectos de su vida, porque ser Kinky es ser elegante, glamuroso, saludable, culto y aventurero. Por eso hoy queremos darte algunos consejos para que tu entorno sea justamente así, es decir, que empieces a convertir tus espacios cercanos en lugares que, desde el principio, griten Kinky a todos los vientos.

Primero que nada, empieza con tus espacios más cercanos y recurrentes; por ejemplo, tu habitación y tu auto. Obsérvalos, recórrelos y responde a estas preguntas: ¿Tiene algún elemento que exprese mi personalidad? ¿Tiene algún componente que muestre que me importa tanto el exterior como el interior? ¿Me dan ganas de estar ahí solo(o) y acompañado(a)? ¿Sentiría orgullo al mostrarle este lugar a cualquier otra persona?

Si no respondes que sí a todas las preguntas anteriores, entonces te hace falta leer más Let’s Kinky. Para lograr que tu entorno corresponda con lo que quieres proyectar de ti, te recomendamos que cuides siempre la apariencia de tu entorno y que privilegies los sentidos: que huela rico, que los colores te representen, que la temperatura sea agradable, que el oído se regocije con el sonido de una fuente o de buena música.

Comienza haciendo pequeños cambios que te agraden y deleiten tus sentidos: un aromatizante elegante en tu auto, una pequeña fuente en tu sala, un par de lámparas que le den otra atmósfera a tu cuarto, un librero con tus autores favoritos… Recuerda que los grandes cambios empiezan por pequeños detalles, así que ve poco a poco y, cuando menos te des cuenta, tu entorno habrá cambiado por completo y será todo lo Kinky que tú eres por dentro.

¡Hazte Kinky!

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