¿Quién no ha oído hablar de Cleopatra, la última reina del antiguo Egipto? Famosa por haber sido amante de dos de los hombres más poderosos de la historia -Julio César y Marco Antonio- y por su trágica y romántica muerte, cuando nos hablan de esta figura, de inmediato pensamos en baños de leche de burra para una piel siempre joven, en mascarillas de cera de abeja y, en general, en una mujer bellísima a más no poder.

Estas imágenes de una Cleopatra de suma belleza física provienen, entre otras cosas, del cine, de las dos actrices que con mayor éxito han representado este personaje: las magníficas Vivian Leigh y Elizabeth Taylor; pero lamentamos decepcionarte diciendo que realmente no existen pruebas históricas de que Cleopatra fuera bella, por el contrario, los pocos testimonios sobre su físico apuntan a que sería una mujer bastante normal con una nariz un tanto desproporcionada.

Sin embargo, como toda persona Kinky lo sabe, el exterior no es más que el reflejo del interior, y quizá por eso el imaginario colectivo se encargó de proyectar una Cleopatra hermosísima, porque era el reflejo de lo que sí sabemos de ella: que era inteligente, hábil y seductora. Sabía de filosofía, hablaba seis idiomas, tenía una personalidad encantadora y era tan astuta que logró dominar políticamente a dos hombres poderosísimos.

Por eso queremos recordarla en la editorial de hoy, porque independientemente de su aspecto físico (el cual es muy difícil conocer a ciencia cierta), no tenemos la menor duda de que era una mujer absolutamente Kinky que merece ser ejemplo de actitud Kinky para todas las mujeres de la actualidad: segura de sí misma, inteligente, independiente y que siempre apuntó a la igualdad con sus pares masculinos.

¡Hazte Kinky!

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